Resistió el ataque de Froome y le rebasó en los últimos metros

Parece claro que Chris Froome ha llegado a la conclusión de que conquistar la Vuelta es la única manera de ganarse el cielo en el Sky, equipo con el que tiene contrato hasta 2014 (renovó el pasado invierno). Así se explicaría la determinación con la que está corriendo y el despliegue de sus compañeros, exigidos al máximo, como se vio ayer. Podría ocurrir también que el keniano no fuera más que un fabuloso competidor, en cuyo caso volveríamos a la casilla de salida: Froome ha venido para ser campeón y mandar saludos a Wiggins desde el podio de Madrid. Adiós cadenas.

Lo de ayer contó con la premeditación y alevosía que sólo manejan los corredores muy seguros de sí mismos. Pese a no conocer la subida, Froome no esperó acontecimientos. Si el trabajo de Saxo Bank había sido constante en los últimos kilómetros, el arreón del Sky en el puerto final resultó salvaje, casi caníbal. Urán y Henao (ponga un colombiano en su vida, especialmente si se pone cuesta arriba) fueron la goma del tirachinas que disparó a su jefe. Quienes dicen que Froome es un masái albino podrían tener razón. Corre como si cazara leones.

Purito fue el único que resistió el feroz ataque del gigante rubio y el único capaz de rebasarle después. Lo consiguió porque las explosiones son su especialidad: surfea sobre ellas. Y porque se divierte. Al talento de las estrellas, Rodríguez, hormiga atómica, añade el entusiasmo de los chavales en competición. Por eso cruzó la meta con cinco segundos de ventaja y un último golpe de riñones, guiño a su propio descuido en Arrate.

Valverde se presentó a otros cinco segundos de Froome, y Contador, extrañamente desfondado, cedió 13. Fueron tiempos inapreciables en términos absolutos, pero imprevistos en un puerto de Tercera, por empinado que fuera. La relación de damnificados es extensa: Gesink (33), Cobo (35), Mollema (51), Antón (57)...

Si nos dejamos guiar por los indicios, Contador se encuentra falto de rodaje y Valverde está en su punto, perfecta combinación de rabia y talento. Lo lógico es que uno fuera a más y el otro, bien cargado de kilómetros durante esta temporada, perdiera fuelle. Pero la lógica no monta en bicicleta. Ni nació en Murcia.

Sobre Froome está casi todo dicho: se ha tomado la carrera como una cuestión personal y su equipo es formidable. La Vuelta será la demostración con certificado de sus aptitudes como líder y campeón. Su diploma de graduación.
Genio.

El análisis de Purito es más incierto. Aunque tendemos a rebajarle las opciones, su segundo puesto en el Giro (a 16 segundos de Hesjedal) merece un respeto. Purito acusa las terceras semanas, pero esta Vuelta sincopada es un electrocardiograma de su personalidad. Sumen su facilidad para ganar y añadan las bonificaciones. Por no hablar de lo divertido que le parece todo.

En definitiva, se equivocan quienes dicen que la Vuelta no podía ser mejor. Lo será. Mañana mismo.

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